Vistas de página en total

jueves, 20 de febrero de 2020

SOY UN BORDE SI DIGO LA VERDAD


La transparencia es el hilo más fino que existe entre la confianza y el respeto por una vida digna sin amarguras, cuando somos cristalinos, el mundo osa en declararnos franca rebeldía, pero lo que no sabe el planeta, es que  clarificar nuestros pensamientos es la forma más pura de vivir sin ataduras y sin culpas de habernos mordido la lengua cuando debíamos hablar fuerte y claro.


Muchos nos tachan de groseros, insolentes, y hasta hirientes cuando vomitamos nuestro parecer frente a los diferentes escenarios de la vida ¡Quién lo diría!, ¿en qué mundo vivimos? que ser transparente, cristalino y fiel a nuestros pensamientos y acciones puede ser símil tan siquiera  de algo negativo.


En la infancia somos lo que pensamos, a un niño se le permite cualquier comentario pero conforme va pasando el tiempo la gente de nuestro entorno nos forma y educa para ser discretos y prudentes aun cuando a veces deberíamos decir unas cuantas verdades, preferimos ser políticamente correctos.


La vida está llena de PCS (políticamente correctos) que hablan y actúan en función a lo que conviene, procede y corresponde, pero jamás a lo que se debe.


Es decir, siempre llevamos una mascarilla invisible a la hora de espetar nuestra opinión, por si no procede hablar y necesitamos algo que nos contenga nuestros pensamientos más sinceros.


Sin embargo no todos los gatos son pardos, y aún existen apoyos lingüísticos que nos dan las armas suficientes para cumplir con todo los requisitos necesarios para ser transparentes y a la vez correctos, en un mundo como este, esta es la mejor opción. La palabra es un diamante en bruto que hay que saberlo proyectar en la dirección correcta con la suficiente elegancia, sutileza, firmeza, y cargada de verdad.


Cuando se trata de llegar al punto exacto entre la verdad y la elegancia, la figura retórica es nuestra mayor arma y debe ser usada para dejar claro nuestros pensamientos sin rebajarse a lo ordinario y grotesco.


No olvidemos que cada vez que nos callamos lo que sentimos, estamos traicionando a nuestro propio yo y mudamos a ser seres deshonestos, hipócritas que se convierten en títeres del destino, siempre expectantes a reaccionar dependiendo de los intereses pero no de los valores.



© ESCRITO POR K.Q.G

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario