La transparencia es el
hilo más fino que existe entre la confianza y el respeto por una vida digna sin
amarguras, cuando somos cristalinos, el mundo osa en declararnos franca rebeldía,
pero lo que no sabe el planeta, es que clarificar
nuestros pensamientos es la forma más pura de vivir sin ataduras y sin culpas
de habernos mordido la lengua cuando debíamos hablar fuerte y claro.
Muchos nos tachan de
groseros, insolentes, y hasta hirientes cuando vomitamos nuestro parecer frente
a los diferentes escenarios de la vida ¡Quién lo diría!, ¿en qué mundo vivimos?
que ser transparente, cristalino y fiel a nuestros pensamientos y acciones
puede ser símil tan siquiera de algo
negativo.
En la infancia somos lo
que pensamos, a un niño se le permite cualquier comentario pero conforme va
pasando el tiempo la gente de nuestro entorno nos forma y educa para ser
discretos y prudentes aun cuando a veces deberíamos decir unas cuantas
verdades, preferimos ser políticamente correctos.
La vida está llena de PCS
(políticamente correctos) que hablan y actúan en función a lo que conviene,
procede y corresponde, pero jamás a lo que se debe.
Es decir, siempre llevamos
una mascarilla invisible a la hora de espetar nuestra opinión, por si no
procede hablar y necesitamos algo que nos contenga nuestros pensamientos más
sinceros.
Sin embargo no todos los
gatos son pardos, y aún existen apoyos lingüísticos que nos dan las armas
suficientes para cumplir con todo los requisitos necesarios para ser
transparentes y a la vez correctos, en un mundo como este, esta es la mejor opción.
La palabra es un diamante en bruto que hay que saberlo proyectar en la dirección
correcta con la suficiente elegancia, sutileza, firmeza, y cargada de verdad.
Cuando se trata de llegar al
punto exacto entre la verdad y la elegancia, la figura retórica es nuestra
mayor arma y debe ser usada para dejar claro nuestros pensamientos sin rebajarse
a lo ordinario y grotesco.
No olvidemos que cada vez
que nos callamos lo que sentimos, estamos traicionando a nuestro propio yo y
mudamos a ser seres deshonestos, hipócritas que se convierten en títeres del
destino, siempre expectantes a reaccionar dependiendo de los intereses pero no
de los valores.
© ESCRITO POR K.Q.G
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